Las complejidades emergentes en las historias de vida de los “buenos profesores”([1]).
Silvia López de Maturana Luna
Universidad de La Serena
El paso por la escuela, generalmente, es irrelevante para la mayoría de los alumnos gracias a las prácticas pedagógicas de profesores que no encantan con el proceso de aprendizaje ni con el de enseñanza y a la falta de conexión dialéctica entre esos actores clave del proceso educativo. Pero cuando profesores y alumnos toman conciencia que el proceso educativo no es lineal, ni estático, ni siempre igual, el aprendizaje es más significativo y trascendente y cuando entre ellos existe un deseo genuino de adquirir un conocimiento, se activa la propensión al aprendizaje y se proponen desafíos aparentemente insuperables a los estudiantes, donde muestran la confianza en sus capacidades y buscan de manera autónoma las mejores alternativas para resolver los problemas (Cfr.Maeda, 2007).
Una de las características de los buenos profesores es la cercanía afectiva y cognitiva entre ellos y sus alumnos, componente fundamental en toda relación educativa que provoca, entre otros, que los alumnos se preocupen y ocupen de su propia educación, que comprendan críticamente lo que conocen y aprendan a buscar las formas de mejorar su aprendizaje.
Si analizamos los procesos educativos dentro del paradigma de la complejidad observamos que el sustento epistemológico de la escuela tiende a dicotomizar los procesos educativos escolares, por ejemplo, entre los profesores que enseñan bien y lo que no lo hacen y entre los alumnos que aprenden y los que no aprenden. Hace falta un paradigma emergente que logre explicar estos procesos cualitativamente diferentes([1]).
Para ellos, la valoración del sentido común, la improvisación, la conciencia del cambio para tomar nuevas orientaciones y la reflexión y acción pedagógica contribuyen a dar forma a su rol docente.
Involucrarse en aquello que vale la pena.
Algunas de las características de los buenos profesores([1]) son las emociones positivas que retroalimentan la seguridad y el gusto por lo que hacen, el fortalecimiento de la coparticipación en tareas comunes y la cogestión democrática de las tareas escolares. Para ellos, el aula no es un sistema de aprendizaje unidireccional, por el contrario, es multidireccional e intergeneracional; se aprende de los colegas, de los alumnos, de los padres. Todos aprenden de todos con ritmos distintos y estilos diferentes.
Por eso nos preocupa que la enseñanza forme parte de una profesión muchas veces catalogada de solitaria, tanto por el trabajo dentro del aula donde a pesar que cada profesor interactúa diariamente con sus alumnos, no siempre se relaciona con ellos, como por la falta de contacto de cada profesor con sus colegas para tratar problemas que aquejan a sus respectivos procesos de enseñanza.
También nos preocupa que la interacción con los alumnos se caracterice por ser inmediata y directa y con los colegas, alejadas, oblicuas y a la defensiva para proteger su territorio y protegerse de preguntas que muchas veces consideran una evaluación a su trabajo. De esa manera, se habla de las noticias, del tiempo, de deportes y sobre la escuela, se habla, en general, de las quejas por el comportamiento de los alumnos. No es común que se debatan las estrategias de enseñanza, las formas en que los alumnos aprenden, ni lo que sucede dentro de las aulas que pueda enriquecer las experiencias propias y de los demás.
Parece ser que muchos profesores responden mejor en las discusiones que ocurren en una atmósfera menos formal, ya que no todos afrontan con seguridad y conocimiento el desafío de un discurso coherente y consecuente sobre la enseñanza (Lieberman y Miller, 1992:11-12).
Las clases observadas a los buenos profesores, son excelentes ejemplos de implicación en un proyecto educativo, porque muestran la coherencia y consecuencia de sus discursos y de sus acciones y porque se involucran en aquello que creen que vale la pena hacer, mantener y dedicarle tiempos, espacios y esfuerzos (Cortina, 2001:17). Eso se observa por los temas que tratan en sus clases, la forma de abordarlos, la posibilidad de participación y la creencia en las capacidades de sus alumnos.
Las entrevistas en profundidad muestran que el trabajo docente los llena de satisfacción, les gusta lo que hacen y se sienten libres para hacerlo. Querer lo que se hace no es de perogrullo, puesto que fortalece el compromiso y evita el desaliento fácil ante las situaciones adversas. También muestran que son seguros en su planteamientos, gracias a lo cual saben convivir con las incertidumbres.
Por ejemplo, en ocasiones tienen que buscar estrategias para enseñar a los alumnos con dificultades y prevenir las posibles nuevas dificultades que esas estrategias pueden ocasionar, tanto para los afectados como para el resto de los alumnos, o tienen que elegir entre ocupar más tiempo en un contenido determinado para que los alumnos lo entiendan y luego pasar a otros, que a su juicio, no necesitan tanto tiempo para su comprensión, aunque esto dificulte el progreso lineal de la programación que muchas veces deben obedecer. En suma, es un proceso muy complejo, que generalmente no se toma en cuenta a la hora de valorar el trabajo docente.
“las incertidumbres de la vida dentro del aula no se limitan a acontecimientos inesperados que ocurren, sino que incluyen también las contingencias complejas referidas a muchas, si no a la mayoría, de las decisiones del docente” (Jackson, 2001:197).
Los buenos profesores no se contentan sólo con hacer lo que saben que está bien, sino lo que piensan y sienten como acción apropiada para determinada situación (Jackson, 2001:198). Las certezas son convenientes en cuanto las tenemos para desestabilizarlas, pero las necesitamos cuando debemos anclar en un puerto seguro (Morín, 2001:104).
Historias de Vida: incursión en terrenos existenciales generalmente olvidados.
La vida de los buenos profesores nos abre un camino inédito para comprender la pedagogía desde la propia historia de los involucrados y nos permite incursionar en terrenos existenciales que generalmente permanecen ignorados. Esto significa que podemos abrir las puertas de los motivos para entender las consecuencias que los lleva en estos momentos a ser sujetos clave en la docencia de calidad. Podemos afirmar que las consecuencias de las acciones que repercuten en el ámbito educativo escolar no terminan en el pasado, sino que se proyectan, tienen sentido en el presente, y permiten vislumbrar los frutos que posiblemente cosecharán en el futuro.
¿Qué los ha llevado a ser buenos profesores?
La investigación nos condujo a inferir motivos tales como: contacto temprano con espacios y tiempos letrados; conversaciones sobre temas de interés desde temprana edad; vocación temprana; identificación con buenos profesores; rechazo a los malos profesores y no querer repetir la historia; participación en grupos que les sirvieron de apoyo afectivo; etc., e inferir, entre otros, que es más probable encontrar un buen profesor en quien tuvo alguien determinante en sus vidas, que en quien no lo tuvo. Instancias como estas, nos permitieron reforzar los análisis sobre la construcción de la identidad profesional.
Lo anterior dio pie a la elaboración de tres grandes categorías: La “Constitución familiar de apoyo”, la “Admiración por “alguien” determinante en sus vidas”, y los “Ambientes Letrados”. La constitución familiar de apoyo es caracterizada por la unión, presencia, calidez, bienestar y rigurosidad del núcleo familiar a pesar de las problemáticas y sucesos vividos en su infancia y la formación valórica, responsabilidad y compromiso por aquello que se asume de forma autónoma. Eso repercute en la actitud acogedora, afectiva y comprensiva con sus estudiantes, en la preocupación por generar ambientes gratos y afectivos en aula y en la manera en que simplifican los problemas y se mantienen sensibles a las diferencias psicológicas y sociales de sus alumnos. Uno de los buenos profesoras señala:
“La forma de ser de mi familia, la manera de criarnos ha sido lo más significativo en mi vida. Mi papá, mamá, mi hermano…, la forma de ser de mi familia, personas que están cerca, amigos que en la conversación con ellos o los contactos, me han permitido vivir otro mundo, me ayudaron a volver a ser lo que yo era, reafirmar que yo soy capaz de hacer cosas, porque después de lo que me sucedió se me vino el mundo abajo…, ellos me permitieron salir adelante”.
La admiración por “alguien” determinante en sus vidas, es configurada por figuras apoyadoras, acogedoras y expresivas con el cariño, con alto compromiso social, responsables y presentes en los momentos más importantes de sus vidas, que les inculcaron la responsabilidad y el compromiso que se transformaron en valores subyacentes.
“una influencia significativa en mi vida ha sido mi papá y mi mamá, a pesar que mi papá falleció cuando yo era una niña. Los recuerdo como modelo de vida, no lo que ellos me hayan dicho que debo hacer, sino que todas las cosas que vivieron ellos fueron experiencia para mi… y me hicieron excelente, capaz de enfrentar todos los problemas que tuvimos”.
“El ejemplo de mí papá ha sido fundamental, porque en momentos muy difíciles de cesantía, el decía que un hombre no se echa a morir. El buscaba por aquí, por allá, era muy inteligente, muy astuto…”
Eso repercute en la forma de trabajar en equipo, de compartir entre todos sus aciertos y experiencias, en el gran sentido de responsabilidad profesional y personal en su trabajo docente, en la amplia conciencia pedagógica y social y en la seguridad para, por ejemplo, planificar sin tanto detalle confiando en que la improvisación ante situaciones emergentes da resultados cuando hay una sólida formación.
“Lo constante en mi es revisar la última clase anterior, eso lo hago hace mucho tiempo, y es redondear el tema principal que se trató en la clase, cuando está a punto de terminar la clase…, ¿qué vimos hoy día?, ¿qué aprendiste hoy día?. Eso pregúntaselo a tu hermano, esa pregunta difícil que te costó responder hoy día, pregúntasela a tu hermano, a tus papás… Entonces ellos me dicen: ‘mi hermano es chiquitito, porque tiene tres meses’; pero hago que se desafíen para hacer esas cosas… y bueno, es eso de recapitular hasta ahí la clase, es amarrar y recopilar los temas de la clase anterior”.
Los ambientes letrados en su primeros años les despertaron el gusto y la curiosidad lectora, lo que redunda en el incentivo a sus alumnos a leer y producir textos. Desde pequeños fueron curiosos e inconformistas, y siempre encontraban a alguien que satisfacía esas necesidades. En sus hogares no necesariamente había libros o textos de estudio, pero había conversaciones, cuentos, anécdotas en las que ellos participaban activamente. La inquietud por aprender les incentiva a estudiar creando nuevas relaciones que les ayuden a mejorar la buena docencia que realizan. Se caracterizan por explicar de manera directa y sencilla los contenidos. Les gusta innovar, lo hacen sin esfuerzo y no patologizan a los alumnos.
Debemos, por tanto, sensibilizar a nuestros profesores y estudiantes de pedagogía ante esas sutilezas que terminan estableciendo diferencias radicales y significativas en los aprendizajes, la actitud ante la vida y en el desenvolvimiento personal de cada estudiante y del grupo curso.
Recoger el testimonio de la experiencia vital de los buenos profesores nos ha permitido mostrar, por un lado, los acontecimientos que han marcado un hito en su vida personal y profesional, y, por otro, las valoraciones que hacen de su propia existencia, donde los sentimientos que acompañan las intensas y variadas interacciones en su trabajo y en su vida son tan complejos, que se hace necesario entender sus conflictos, sus frustraciones, sus satisfacciones y sus alegrías (Cfr. Lieberman y Miller,1992).
Comportamientos típicos de los buenos profesores.
CALVO, Carlos (2008) Tercera edición. Del mapa escolar al territorio educativo. Disoñando la escuela desde la educación. La Serena, Nueva Mirada Ediciones.
CORTINA, Adela Y CONILL, Jesús (2001). Educar en la ciudadanía. Valencia, Institució Alfons el Magnànim.
ELDER, Glen (1993) Historia y trayectoria vital. En MARINAS y SANTAMARINA (1993) La historia oral: Métodos y experiencias. Madrid, Debate.
JACKSON Philip (2001). La vida en las aulas. Madrid,Morata.
LIEBERMAN, A, and MILLER, L. (s/r) Teachers - Their world and their work. Implications for school improvement. New York and London. Teachers College, Columbia University.
LÓPEZ DE MATURANA, Silvia (2009). Los buenos profesores: Educadores comprometidos con un proyecto educativo. La Serena, Editorial Universidad de La Serena.
- (2005/2006) Fondecyt 1050621: “La construcción sociocultural de la profesionalidad docente: compromiso social, político y pedagógico”.
PUJADAS, Juan José (1992). El método biográfico: El uso de las historias de vida en ciencias sociales. Madrid, CIS. Centro de Investigaciones Sociológicas.
[1] Sin embargo, son los procesos lineales los que se favorecen en la escuela cuya sobrevaloración no impacta a pesar de los malos resultados escolares y se continúa insistiendo en estilos de docencia mecanicistas y unidireccionales en un vano intento de mantener el “orden”. Podríamos agregar que en la medida que se busque el orden se podrá entender el desorden.
Una trayectoria vital es el tipo de vida que una persona va desarrollando a partir de las transiciones que van ocurriendo en su vida, como también, el hilo conductor de la vida que nos distingue de los demás. El punto de giro es el acontecimiento impactante en la vida que puede hacer cambiar la forma de vida llevada hasta el momento.
[3] En los registros actuales sobre la observación de su quehacer docente dentro y fuera del aula se ha observado que estos profesores están alerta a la riqueza del desorden no a la imposición del orden ya que ven la riqueza que el desorden les puede entregar. Interesante cuestión si observamos las innumerables oportunidades desaprovechadas en el aula. Por eso es necesaria una mirada a aquellos aspectos que nutren la autoorganización.
[4] Los términos de una paradoja coexisten, mientras que los de una contradicción son mutuamente excluyentes. Una de las grandes trampas de la escuela es no entender que algunas paradojas no son contradicciones, por ejemplo: “no sabe mientras está sabiendo” no es lo mismo que creer que un alumno “sabe o no sabe” (Cfr.Calvo, 2008).
[5] Las perspectivas de estos profesores, considerados buenos docentes, son importante porque indican puntos de inflexión que debemos considerar en el proceso de formación de profesores y en los distintos e innumerables cursos de perfeccionamiento que toma el profesorado en jornadas de fin de año o de vacaciones.
[1] Investigación Fondecyt 1050621/05-06: “La construcción sociocultural de la profesionalidad docente: compromiso social, político y pedagógico”. Investigadora responsable: Silvia López de Maturana Luna.
[1] Un ejemplo lo vivimos gracias a la experiencia de los “Pingüinos” que mostraron una educación no lineal significativa, quizá no atribuible al aprendizaje escolar. En sus acciones se observó un proceso sinérgico, complementario y autoorganizativo que influyó explícitamente en la cultura escolar.
[2] Investigación Fondecyt 1080073/08-09: “Complejidades educativas emergentes y caóticas en la escuela lineal”. Investigador responsable: Carlos Calvo Muñoz.